sábado, 13 de julio de 2024

Un poema de Apollinaire

 A Lou..
[Poema - Texto completo.]

Guillaume Apollinaire
Cuatro días sin carta tuya amor mío
El día ya no existe el sol se ha apagado
El cuartel se ha vuelto la casa del terror
Y yo estoy triste lo mismo que un caballo de escolta

Qué te ha sucedido sufres querida acaso lloras
Me habías prometido siempre escribirme
Envía tu carta obús de tu artillería
Que debe devolverme la vida y la sonrisa

Ocho veces ya el cabo cartero me ha respondido
“No hay carta para usted” Y yo casi he llorado
Y busco por el barrio aquel lindo perro perdido
Que un día vimos juntos oh corazón adorado

Acordándome de ti durante mucho rato lo acaricio
Creo que él se acuerda del día en que lo vimos
Pues me relame y me mira con ternura
Y es el único amigo que conozco en Nimes

Sin tus noticias me siento desesperado
Qué haces Desearía una carta tuya mañana
El día se ha ensombrecido hasta hacerse dorado
Y tristemente mi Lou beso tu mano.


Vestir una Sombra, cuento de Julio Cortázar

Julio Cortázar

Lo más difícil es cercarla, conocer su límite allí donde se enlaza con la penumbra al borde de sí misma. Escogerla entre tantas otras, apartarla de la luz que toda sombra respira sigilosa, peligrosamente. Empezar entonces a vestirla como distraído, sin moverse demasiado, sin asustarla o disolverla: operación inicial donde la nada se agazapa en cada gesto. La ropa interior, el transparente corpiño, las medias que dibujan un ascenso sedoso hacia los muslos. Todo lo consentirá en su momentánea ignorancia, como si todavía creyera estar jugando con otra sombra, pero bruscamente se inquietará cuando la falda ciña su cintura y sienta los dedos que abotonan la .blusa entre los senos, rozando la garganta que se alza hasta perderse en un oscuro surtidor. Rechazará el gesto de coronarla con la peluca de flotante pelo rubio (¡ese halo, tembloroso rodeando un rostro inexistente!) y habrá que apresurarse a dibujar la boca con la brasa del cigarrillo, deslizar sortijas y pulseras para darle esas manos con que resistirá inciertamente mientras los labios apenas nacidos murmuran el plañido inmemorial de quien despierta al mundo. Faltarán los ojos, que han de brotar de las lágrimas, la sombra por sí misma completándose para mejor luchar, para negarse. Inútilmente conmovedora cuando el mismo impulso que la visitó, la misma sed de verla asomar perfecta del confuso espacio, la envuelva en su juncal de caricias, comience a desnudarla, a descubrir por primera vez su forma que vanamente busca cobijarse tras manos y súplicas, cediendo lentamente a la caída entre un brillar de anillos que rasgan en el aire sus luciérnagas húmedas.

*FIN