jueves, 13 de junio de 2024

 LA CIGARRA Y LA HORMIGA 

La Cigarra, después de cantar todo el verano, se halló sin vituallas cuando comenzó a soplar el cierzo: ¡ni una ración fiambre de mosca o de gusanillo! Hambrienta, fue a lloriquear en la vecindad, a casa de la Hormiga, pidiéndole que le prestase algo de grano para mantenerse hasta la cosecha. —Os lo pagaré con las setenas –le decía–, antes de que venga el mes de agosto. La Hormiga no es prestamista: ese es su menor defecto. —¿Qué hacías en el buen tiempo? –preguntó a la pedigüeña. —No quisiera enojaros –contéstelo–, pero la verdad es que pasaba cantando día y noche. —¡Bien me parece! Pues, mira: así como entonces cantabas, baila ahora.

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